31.10.13

1° noviembre: dia mundial del veganismo



No hay nada extremo respecto del veganismo ético.

Lo que es extremo es comer cuerpos en descomposición y secreciones animales.

Lo que es extremo es que consideramos a algunos animales como miembros de nuestra familia mientras que, al mismo tiempo, comemos los cadáveres de otros animales.

Lo que es extremo es pensar que es moralmente aceptable infligir sufrimiento y muerte a otras criaturas sintientes simplemente porque disfrutamos el sabor de los productos animales o porque nos gusta la apariencia de las ropas que provienen de animales.

Lo que es extremo es que decimos que reconocemos que el sufrimiento “innecesario” y la muerte no pueden ser moralmente justificados y luego pasamos a involucrarnos diariamente en la explotación, partiendo del hecho de que es completamente innecesaria.

Lo que es extremo es pretender adoptar la paz mientras provocamos violencia, sufrimiento, tortura y muerte en una parte diaria de nuestras vidas.

Lo que es extremo es que decimos que nos preocupamos por los animales y que creemos que son miembros de la comunidad moral, pero auspiciamos, apoyamos, alentamos y promovemos los programas de etiquetado de la carne/lácteos felices. 
Lo que es extremo es no comer cuerpos de animales pero continuar consumiendo lácteos, cuando no hay absolutamente ninguna distinción racional entre la carne y los lácteos (u otros productos animales). Hay tanto sufrimiento y muerte en los lácteos, huevos, etc, como hay en la carne.

Lo que es extremo es que estamos consumiendo una dieta que está causando enfermedad y resultando en un desastre ecológico.

Lo que es extremo es que alentamos a nuestros hijos a amar a los animales, al mismo tiempo que les enseñamos que aquéllos a quienes aman pueden ser también aquéllos a quienes dañan. Les enseñamos a nuestros hijos que el amor es coherente con la cosificación. Esto es verdaderamente extremo –y muy triste−.

Lo que es extremo es la fantasía de que alguna vez encontraremos nuestra brújula moral con respecto a los animales mientras ellos estén en nuestros platos o en nuestras mesas, en nuestras espaldas o en nuestros pies.

No, el veganismo ético no es extremo. Pero hay muchas otras cosas que hacemos a las que ni siquiera les prestamos atención, que sí son extremas.